En los años 60, la historia de Laika conmovió a medio mundo. Esta perrita ha pasado a los anales de la historia como el primer ser viviente enviado al espacio y hoy podemos decir que contribuyó decisivamente a abrir el camino del hombre al espacio. El lanzamiento del Sputnik 2, una nave con forma de cono que medía poco más de un metro y pesaba 500 kilos de peso, se realizó el 3 de noviembre de 1957.
Antes del lanzamiento, nuestra pequeña amiga había sido entrenada para pasar de soportar las difíciles condiciones de la vida en la calle a las del desconocido espacio. Sin embargo, a pesar de toda la preparación, Laika murió una semana después del despegue, abriendo el camino a los futuros viajes especiales.
En la ciudad de las estrellas, en las cercanías de Kaliningrado, se halla un gran monumento en honor a los héroes espaciales rusos. En una pequeña sección, asomándose desde detrás de los cosmonautas, con orejas atentas, se puede observar a Laika como una joya más de la cosmonáutica rusa. Experimento científico: El objetivo de los experimentos espaciales era el estudio médico-biológico, con una doble dirección. Por un lado, se pretendía preparar los vuelos para que, en un futuro, pudieran ser tripulados por seres humanos. Y, por otro lado, se quería investigar la repercusión de la radiación cósmica en las mutaciones genéticas, se pretendía investigar los rayos cósmicos y la radiación solar, y analizar la temperatura y presión.
La cápsula en la que Laika fue colocada estaba presurizada y tenía forma elipsoidal. Se encontraba asegurada en su posición por un arnés especial, que le permitía tener acceso a comida y agua dentro de esta cabina presurizada con paredes acolchadas. Electrodos colocados en su cuerpo permitieron a los científicos medir sus signos vitales y constataron que no tuvo problema alguno en el ascenso y la entrada en órbita. La historia cuenta que, una vez que el Sputnik dejó la órbita terrestre, Laika ladró y usó los dispensadores de a bordo para alimentarse y tomar agua.
Laika no ha sido un caso aislado; los viajes especiales con animales han continuado a lo largo de los años. La finalidad de estos experimentos ha ido variando. En un principio, las expediciones con animales mantuvieron las mismas motivaciones que las del vuelo de Laika. Pero, hoy en día, la finalidad apunta más bien a la preparación para viajes tripulados de larga duración por el sistema solar. En este tipo de viajes, los hombres deberán recurrir a la ayuda de otros seres vivos embarcados como, por ejemplo, bacterias que regeneren las provisiones de oxígeno.
La primera astronauta: El nombre de Laika proviene de la raza de perros rusos a la que pertenece. Fue elegida para la misión por su facultad de permanecer calmada durante largos periodos de tiempo. Una vez escogida, fue duramente entrenada para que permaneciera en pequeños habitáculos sin alterarse.
Según cuenta la historia oficial, Laika murió siete días después del lanzamiento de la nave, el 10 de noviembre, debido a la falta de oxígeno. A pesar de que el Sputnik 2 no había diseñado para regresar a la tierra, la reentrada del satélite y su caída a la tierra tuvo lugar el 14 de abril del año siguiente.
En cualquier caso, hay varias versiones sobre su final, algunas de las cuales rezuman crueldad. Hay historias que cuentan que su última comida contenía veneno para dormir a Laika eternamente. Otras cuentan que se soltaron intencionadamente gases en la cabina para que muriera sin dolor. Gyorgi Grechko, un cosmonauta que había trabajado previamente como ingeniero en el proyecto, sugirió que Laika murió cuando su nave alcanzó altas temperaturas por un problema técnico. Aún sin conocer con certeza el motivo de su muerte, cabe destacar cuánto brindó esta perrita para que el hombre avanzara en la conquista del espacio. Otros perros astronautas: Laika no fue la única perra que viajó al espacio. Entre noviembre de 1957 y marzo de 1966, se efectuaron por lo menos trece lanzamientos tripulados, hasta que finalmente se logró una recuperación segura de los pasajeros caninos. De cualquier modo, cinco perros entregaron sus vidas.
Bars y Lisichka mueren el 28 de julio de 1960 durante un vuelo de prueba al explotar el cohete en el que viajaban. Belka y Lisichka fueron lanzadas con éxito el 19 de agosto de 1960 a bordo del Sputnik 5, pero después de un día en órbita, el vehículo sufrió un contratiempo, aunque sus dos pasajeros caninos fueron recuperados sanos y salvos, pudiendo regresar a la tierra y llevar una vida normal.
Pchelka y Mushka no fueron tan afortunadas. Su nave era el Sputnik 6, que se lanzó el 1 de diciembre de 1960 y orbitó alrededor de la tierra durante un día sin problemas. Sin embargo, durante la fase de recuperación un fallo en el ángulo de reingreso produjo un incendio y la destrucción de la nave, muriendo sus dos ocupantes. Damka y Krasavka fueron los dos tripulantes de otro Sputnik el 22 de diciembre de 1960, que sufrieron una mejor suerte, ya que aunque falló la fase del cohete superior se abortó el vuelo y los perros fueron recuperados a salvo. Chermushka, lanzada al espacio el 9 de marzo de 1961 en el Sputnik 9, fue la protagonista de una exitosa misión. Significó un gran logro y ayudó en gran medida a los siguientes vuelos tripulados. Al igual que Chermushka, Zvezdochka fue la tripulante de una exitosa misión, tan positiva que fue el ensayo final para la primera misión tripulada por un humano.
Verterok y Ugolyok volaron a bordo del Voskhog 3, entre el 22 de febrero y el 16 de marzo de 1966. El vuelo fue monitoreado por video y telemetría a lo largo de los 22 días que estuvo en órbita. Este vuelo todavía es considerado como el más exitoso de los vuelos tripulados por perros y no fue superado por una tripulación humana rusa, hasta el vuelo Skylab 2 en junio de 1974
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